El Cáncer no es rosa, ni rosita, ni rosadito, ni pink...

A propósito del llamado Mes Rosa, para quienes lucran a través de la curación de enfermedades, visto desde la experiencia de una Sobreviviente de Cáncer de Mama, debo decir que me sumo al grupo de personas que pensamos que el Cáncer no es rosa, ni rosita, ni rosadito, ni pink.

El ser humano en su afán de romantizar las situaciones más difíciles que puede llegar a experimentar, ha querido suavizar la connotación de ésta enfermedad, tanto de hombres como en mujeres, asignando una fecha y un color, además de la venta de filacteria típica que se comercializa mucho en éste mes de Octubre, considerado el ‘Mes Rosa’.

 

Desde mi perspectiva, el cáncer no se vive como si fuera ‘rosado’, pues considero que un mundo con este color, sería algo así como si viviéramos en Disney. El Cáncer es una de las pruebas más duras y difíciles que puede recibir una persona, que afecta no sólo a ella sino a su entorno familiar. Al respecto, puedo decir que al momento del diagnóstico, el mundo se te viene encima, hay un proceso doloroso de duelo, de la pérdida total del yo, donde tristemente muchas personas no logran levantarse.

 

Sin embargo, como todo lo que nos sucede a quienes tenemos puesta nuestra Fe y Confianza en el Creador, incluyendo aquellos acontecimientos que parecieran devastadores para el ser humano, absolutamente todas las cosas ‘nos ayudan para bien’.

 

Yo, en lo personal no romantizo la enfermedad, pero si algo tengo que decir, es que a través de este proceso de vida tan difícil, nació una nueva persona, una nueva mujer, me atrevería a reafirmar que es completamente diferente a la anterior.

 

En el año 2020 en el cual recibí un tratamiento tan adverso, como son las Quimioterapias unido a la Radioterapia, donde uno no sabe que es peor, si el cáncer o el protocolo oncológico, aunque mi cuerpo iba mostrando cambios significativos, yo decidí que en ese tiempo mi ser interior pasara por un proceso de ‘nuevo nacimiento’ porque me determiné a refugiarme, no en personas, ni en cosas, ni en circunstancias, sino en mi Fe hacia el Creador, hacia el Dador de la Vida y Quien también decidirá cuando quitarla, aquél hombre hebreo cuya vida dió voluntariamente, precisamente para que tuviésemos más Vida, Quien prometió que todo el que pone su confianza en Él ríos de agua viva fluirían de lo más profundo de su ser. Por lo tanto, a pesar de las circunstancias que no pedimos, que no merecemos, que no buscamos pero que vienen a nosotros y nos dejan grandes aprendizajes, pude evidenciar que veracidad de tales palabras.

 

Hoy tengo que decir, que vivo con mayor intensidad, con más fuerza, dando valor a los detalles, al paisaje que recorro, aprovechando cada instante como único e irrepetible. Cualquier cosa no me derrota porque después de ésta experiencia, ya no hay nada que efectivamente lo pueda hacer, porque si de algo estoy clara y ha sido mi consigna en este tiempo es que nosotros “tenemos el reloj, pero Él es Quien maneja nuestros tiempos”, y en ese pensamiento descanso, sabiendo que todas las cosas están bajo Su Perfecta Voluntad, incluyendo mi vida.

 

Así que, si algo puedo sugerir después de todo, es a vivir plenamente, a no mortificarse por nada que verdaderamente no lo amerite, a no perder ni un segundo de tiempo en personas ni en situaciones que definitivamente no merecen nuestra atención y que toda esa energía que tenemos, la dediquemos en ser mejores seres humanos, personas más preparadas desde todo punto de vista, para que realmente tengamos algo importante y significativo que dejarle a éste mundo cuando llegue el momento en que Él decida que nuestra labor terminó, para pasar a vivir otra etapa completamente diferente donde no hay lágrimas, ni enfermedades, ni sufrimientos que atenten contra nuestro ser exterior.

Sania Arroyo

Autora 




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